jueves, 4 de febrero de 2010

III. Políticas en abstracto

III. POLÍTICAS EN ABSTRACTO


v Para entrar…
Uno de los primeros errores que El Tesoro y El FMI cometieron fue considerar que el escenario asiático era similar al sudamericano donde el gasto público desmedido y monedas laxas condujeron a un panorama de inflación y enormes déficits. Antes de entrar en crisis el FMI y el tesoro de EEUU creían que la plena liberalización de la cuenta de capital ayudaría al más veloz crecimiento de la región, pero los países del este asiático no necesitaban capital adicional dada su elevada tasa de ahorro, y a pesar de ello se insistió en la liberalización de la cuenta de capital a finales de los ochenta y principios de los noventa.
No se trata sólo de que fueron las políticas de FMI las que llevaron a la crisis, sino también, las que impulsaron, a sabiendas de que había escasas pruebas de que esas políticas fomentaran el crecimiento, la crisis y abundantes pruebas de que imponían graves riesgos a los países en desarrollo. El FMI por supuesto, no estaba solo en su clamor en pro de la liberalización, el tesoro norteamericano que, como accionista mayoritario del FMI y el único con poder de veto cumple un papel crucial en la determinación de las políticas del FMI, ejerció un papel muy importante en las políticas que se aplicaron antes y durante la crisis.
El presidente William Clinton fue el encargado de reunir al G7 (Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña, Japón y Canadá) para coordinar soluciones para la crisis, como disminuir conjuntamente las tasas de intereses. De ahí surgió un compromiso con los 7 grandes para crear un fondo de contingencia destinado a los países en crisis. Los fondos que provendrían de un aumento de la cuota del FMI serían otorgados siempre y cuando los países con problemas cumplieran con determinadas políticas (Aplicar severas políticas fiscales).

v Para salir…
El FMI inyecto varias sumas de dinero en forma de paquetes de rescate para que los países en crisis sostuvieran sus tipos de cambio y dejaran de devaluar sus monedas. Pensó que si el mercado creía que había suficiente dinero en las arcas, entonces vería que no tenía sentido atacar las monedas, con lo que se restauraría la confianza. Pero esta medida lo que consiguió fue aumentar los niveles de deflación. El dinero sirvió, también, para entregar dólares a las empresas que se habían endeudado con los banqueros occidentales para devolver sus préstamos. Con esto se puede notar cómo se trato en parte de un rescate de los bancos internacionales.
No sólo se impusieron condiciones de subir los tipos de interés y reducir el gasto, sino que se plantearon exigencias adicionales para cambios tanto políticos como económicos, reformas profundas, como una mayor apertura y transparencia y mejoría en las regulaciones del mercado financiero. Dichas reformas y regulaciones no tuvieron finalmente más propósito que el de asegurar la macroestabilidad de la región promocionando las exportaciones sin suprimir los impedimentos en las importaciones lo que produjo un desequilibrio en la balanza comercial.
El FMI alegaba que la imposición de esas condiciones era lo más seguro, aportaba miles de millones de dólares y tenía la responsabilidad de garantizar no sólo que fueran devueltos, sino que los países hicieran lo correcto para restaurar su salud económica.
La liberalización de los sistemas financieros nacionales sin prestar atención a la existencia de una adecuada regulación, marcó una gran irresponsabilidad tanto por parte de los gobiernos afectados como de las organizaciones internacionales.
Al insistir en recomendar políticas contractivas el FMI exacerbó el contagio, la extensión de la recesión de un país al siguiente. Las políticas contractivas de un país no sólo deprimían la economía de ese país sino que ejercían efectos adversos sobre sus vecinos. El FMI dijo a los países que cuando afrontaban una desaceleración debían recortar su déficit comercial, incluso acumular superávit. Esta estrategia de preferenciar las exportaciones y continuar poniendo trabas a las importaciones llevo a que los mercados asiáticos se sobresaturasen de stocks propios impidiendo la reactivación del ciclo económico y prolongando su estancamiento.
El Estado ejerció presión para que los bancos con control estatal diesen préstamos a empresas con problemas de liquidez, aunque no fuesen operaciones beneficiosas para los bancos. Supuestamente estas medidas iban a impedir el derrumbe en los tipos de cambio, pero estos continuaron cayendo. La liberalización de los mercados de capitales sometió a los países en desarrollo a los caprichos racionales e irracionales de la comunidad inversora, a su exuberancia y pesimismo irracionales.
Durante más de setenta años ha habido una receta estándar para cuando un país se enfrente a una severa caída en la actividad económica. El gobierno debe estimular la demanda agregada mediante políticas monetarias o fiscales: recortar impuestos, subir gastos o flexibilizar la política monetaria. El FMI busco la restructuración corporativa antes que utilizar medidas correctas para lidiar con la crisis de Asia.

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