jueves, 4 de febrero de 2010

IV. Casos. I. Corea del Sur

IV. CASOS

i. COREA DEL SUR


Este apartado pretende explicar las causas y consecuencias de la crisis financiera que se produjo en Corea del Sur en los años noventa del pasado siglo. Crisis ésta que, si bien se produjo en el entorno de crisis general que afectaba a otros países asiáticos (especialmente Tailandia, Malasia, Indonesia y Filipinas), presenta rasgos propios bien definidos.

LA CRISIS FINANCIERA DE COREA DEL SUR EN LOS AÑOS 97-98
En la primera mitad de los 90, Corea del Sur emprendió una serie de medidas diseñadas por el FMI que llevaron a una mayor apertura financiera. Por una parte, los grandes conglomerados empresariales locales (chaebols) se habían beneficiado de las, hasta ese momento, tímidas reformas y medidas aperturistas. Además las presiones internas para la reforma se sumaron a las condiciones exigidas para el ingreso en determinados foros internacionales. Para el caso de Corea del Sur, tendría especial peso el ingreso en la OCDE. De este modo, en los años previos al estallido de las crisis asiáticas, Corea del Sur llevó a cabo una reforma financiera un tanto acelerada y caótica que incluyó la desregulación del sistema financiero interno y la apertura de la cuenta de capitales sin acompañar el proceso de la correcta adaptación del sistema de regulación y supervisión financiera.
La mayor apertura propició la entrada de capitales. En 1994 las entradas de capital extranjero en Corea del Sur se habían multiplicado por más de dos, pasando de algo menos de 10.000 millones de dólares el año anterior a algo más de 22.000 millones el año 94. Los flujos de entrada siguieron creciendo hasta 1996, año en el que se situaron en unos 48.000 millones de dólares, para luego caer al año siguiente y registrarse una salida neta en 1998.
Las entradas de capital estaban compuestas, sobre todo, de deuda –en forma de bonos pero, sobre todo, en forma de préstamos y créditos a corto plazo–. Se trató, pues, de un proceso de sobreendeudamiento externo en el que la financiación tenía, además, un marcado carácter volátil. El sobreendeudamiento externo se tradujo en un sobreendeudamiento interno. A diferencia de lo que ocurrió en otros países asiáticos afectados por la crisis de 1997, en Corea del Sur no se registra, previamente al estallido de la crisis, el desarrollo de una burbuja inmobiliaria o bursátil. El gran volumen de crédito interno tampoco se destinó al consumo de bienes y servicios locales ni a un aumento de las importaciones. El grueso del crédito externo fue directa o indirectamente a financiar actividades productivas del sector manufacturero, generalmente ligadas, además, a actividades de exportación.
Este hecho es de suma importancia por lo que implica para la literatura sobre crisis financieras. En el debate sobre la distribución de pesos entre los factores a la hora de explicar las causas del estallido de una crisis, los analistas que ponen un mayor acento en las causas derivadas de los errores en la política económica local de los países que entran en crisis suelen esgrimir la aparición de burbujas inmobiliarias u otras asignaciones ineficientes del crédito interno como uno de los principales factores explicativos.
Sin embargo, en este sentido, el comportamiento de la economía surcoreana fue “correcto”: ni actividades improductivas y de alto riesgo, ni despilfarro de los recursos externos para financiar mayores niveles de consumo. Corea del Sur utilizó los flujos masivos de capital de los años 1993 a 1997 para financiar una actividad productiva manufacturera que había generado altos niveles de exportación y crecimiento para el país durante décadas.
Pero como las actividades a las que se asigna el crédito no lo son todo en la explicación del estallido de una crisis financiera, el hecho de que las inversiones financiadas con el boom de entradas de capital fueran productivas, no garantizó su correcta asignación. Con una mediocre regulación y supervisión financiera, resultado de una apertura financiera desordenada y rápida, la creciente financiación disponible terminó dirigiéndose –sin los suficientes requisitos de avales, sin el cuidado necesario en la concentración de riesgos, sin una evaluación adecuada de la capacidad de devolución del crédito por parte del deudor– a una red empresarial crecientemente endeudada y decrecientemente rentable.
La sobrecapacidad productiva del sector manufacturero también derivó en un problema de sobreoferta que generó una caída de precios de diversos productos de exportación surcoreanos como los productos eléctricos y electrónicos o los semiconductores.
Unos años antes de este deterioro de los Fundamentals – aumento del crédito a actividades poco rentables y debilidades del aparato productivo, problemas en la cuenta corriente, y apreciación del won por la entrada masiva de capital externo y por la depreciación del yen – se sumó un choque externo que indujo el cambio de expectativas de los inversores internacionales.
Para la crisis surcoreana de 1997, este choque externo fue la crisis asiática que se había desatado meses antes en Tailandia. Así, Corea del Sur fue, al margen de los problemas económicos internos que pudiera estar sufriendo, un contagiado de una crisis que había estallado en otra economía. La crisis de balanza de pagos que había llevado a la flotación y desplome del baht tailandés en julio de 1997 se propagó a Filipinas, Malasia, Indonesia y Singapur. Con este último, los ataques comenzaron a dirigirse hacia economías más desarrollas y, en concreto, hacia los dragones asiáticos. Así, después del verano, la presión financiera recayó sobre Taiwán primero y, posteriormente, sobre Hong Kong y Corea del Sur. En noviembre de 1997, las autoridades monetarias abandonaron la paridad fija, el valor del won cayó a la mitad en dos semanas y el índice bursátil se desplomó.

En 1997 la economía de Corea no presentaba ni una moneda fuertemente apreciada ni un alto déficit por cuenta corriente, a diferencia de los países asiáticos que en 1996 presentaban uno o los dos problemas simultáneamente. En los 24 meses anteriores a la crisis el won coreano se apreció en términos reales sólo un 4,4%, cifra muy inferior a la de las monedas de los otros países asiáticos fuertemente atacados por la crisis (más del 12% en todos los casos). En 1997 el déficit por cuenta corriente de Corea fue de apenas un 1,7% de su PIB, una cifra muy inferior a la registrada, por ejemplo, por Tailandia (8%). Puede decirse que la crisis coreana no fue una crisis de balanza de pagos, sino una crisis provocada inicialmente por problemas de liquidez de los bancos y empresas que a la postre se convirtió en una crisis de solvencia internacional.

Con todo, la crisis coreana presentó causas comunes con la de otros países asiáticos; unas deficiencias macroeconómicas no convencionales junto con movimientos especulativos en los mercados de capital a partir del año 1997. ¿por qué se han venido llamando por los economistas las causas de la crisis causas no convencionales? Simplemente porque fueron diferentes a las causas que produjeron crisis en el pasado. Corea, como he comentado, no tenía ni un déficit presupuestario importante (1,7%) ni una alta inflación (4,4%). Corea presentaba antes de la crisis un crecimiento en torno al 5% de PIB y sus exportaciones aumentaban año a año, aumentando un 8% en 1997, el mismo año de la crisis. Aunque si es cierto que presentaba un alto cociente entre deuda externa a corto plazo y reservas en divisas (207%), así como un proceso de sobreinversión en sectores manufactureros con exceso de capacidad. Así mismo se produjo una liberalización financiera prematura e indiscriminada que provocó, a través del auge del crédito bancario al sector privado y de la fuerte entrada de capital extranjero a corto plazo, una debilidad del sistema financiero. Además, para rematar la puntilla, se produjeron fuertes ataques especulativos contra la moneda y la bolsa de valores que fueron los mayores causantes, o agravantes, de la crisis.

Las consecuencias de la crisis financiera fueron importantes; una caida del 7% del PIB en 1997, aumento de la tasa de desempleo de 2,4% antes de la crisis al 8,6% en febrero de 1999 e incremento de la pobreza de 11,4% en 1997 a 23,2% en 1998*

Cabe destacar, por otra parte, el poder de recuperación presentado por la economía surcoreana a partir del año 99. El PIB aumentó casi un 11% en este año (tasa más alta desde 1988 y la más alta de todos los países de Asia oriental). En Julio del 2000 el paro había bajado a niveles más acordes con la etapa anterior a la crisis y se situaba en un 3,7%

No hay comentarios:

Publicar un comentario